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El poema La belleza de Dios

Si yo tuviera que hablar de la belleza de Dios
¿cómo lo podría expresar?
infinitos son los recuerdos y los momentos
que guarda mi alma y mi Ser.
Infinitas son sus manifestaciones e infinito es
lo aún no manifestado.
¿Cómo podría encontrar una palabra
que pudiera albergar tan ilimitada belleza?
te siento al amanecer,
en esa luz que avanza
e inunda,
que transforma y da vida.
En los montes, en las nubes, en el mar,
en el arroyo en primavera, en la mies
cuando es besada por el viento,
en la tormenta estival, en los atardeceres
inolvidables
que Tú nos regalas cada día.
En las inmensas noches estrelladas,
en todas las estaciones,
en la densa niebla,
en los ojos de un niño,
en los pechos de una madre que amamanta,
en dos cuerpos que se funden en la unidad.
En la música, en la danza
en los lienzos de cada día.
En las manos que piden,
en los brazos que estrechan,
en los labios que besan,
en las manos que acarician y sanan,
en la palabra que calma y perdona.
En la compasión, la libertad y la justicia.
en los hombres que comparten y crean un
mundo mejor,
en los niños felices, que viven, juegan
y crecen en Paz, en los que sufren, en los
marginados.
En la vida y en la muerte
en la risa y el dolor
en esa palabra eterna
que te define, Señor.
La esencia de mi YO SOY
será por siempre TU AMOR.