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El poema A la luz incandescente de los niños
En la soledad de mis pasos,
en el silencio elocuente
de mi alma,
en la consciencia
del dolor y la escasez
de mis hermanos,
en este grito esperanzado,
mi voz te llama.
¡Despertad hijos del alba!
la belleza de esta tierra
es tan honda
que traspasa
y los ojos de los niños,
son bendiciones
que abrasan,
como luz incandescente
por los rincones del alma.