La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), es una obra teatral escrita en el año 1635, cuyo protagonista, el príncipe Segismundo, se cuestiona sobre el sentido de la vida mientras se encuentra en cautiverio.
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
3 Kommentare
A no ser que las almas sean unos entes universales y eternos que se puedan encarnar o no. Quién sabe. Y así los nacimientos y muertes no serían más que algo “accidental”, por así decirlo, sin apenas importancia. No sabemos y supongo que tampoco tenemos ni tendremos nunca capacidades para saberlo. Hay que vivir lo mejor posible en esa incertidumbre.
Aunque desde un punto de vista cristiano es mejor haber nacido porque significa traer almas al mundo y conseguir la vida eterna.
“El delito mayor del hombre es haber nacido”. Parece ser que ante este planteamiento de Calderón hay algunos antecedentes en los místicos sufís persas, en Plinio el Viejo, en Platón y en Santo Tomás. Algo parecido es lo que dirá posteriormente Cioran. Cioran lo dice por el mismo. Calderón lo pone en boca de un personaje, no se hasta que punto lo representa a el. Quizás en Calderón haya un componente religioso que no hay en Cioran.