El primer problema matemático
iba de una cruz y luego un rodeo,
trataba de una x y ceros,
o eso recuerdo
ya que mientras yo
pedía velcro,
mis padres decían
“hay que aprender a atar los cabos sueltos”.
el génesis de la aritmética humana,
unos cuantos movimientos que,
concordantes,
te traían
menos golpes,
menos impedimentos,
solo una caída y cuatro remiendos,
hasta que mágicamente aprendías:
El nudo cobraba sentido
y el giro en diseño de compás
burlaba la pericia del resto de tus compañeros.
Es gracioso el enunciado del primer problema
al que debemos enfrentarnos en la vida
pues de eso habla,
de una cruz,
un rodeo para encontrar la salida
y una lazada de ingenio que traza la solución
en mecanismo de reloj.
Un procedimiento
que si no sigues con correcto esfuerzo
limitará tus pasos
hasta el siguiente tropiezo.